(NDP UNEY).- Mucho menos conocido y estudiado que las artes visuales, el arte sonoro cada vez se abre más espacio en Venezuela. A través de la Universidad Nacional Experimental del Yaracuy (UNEY), San Felipe ha sido una de las localidades en las que se ha sembrado y recogido frutos en esta disciplina.
Una muestra de ello fue el evento Resonancias, organizado por el Proyecto ECOUS, grupo conformado por estudiantes y egresados de la UNEY que se han dirigido hacia el estudio del paisaje sonoro en distintas zonas geográficas. Conferencias soportaron la parte teórica; exposiciones, instalaciones sonoras y muestras artísticas expusieron las prácticas realizadas, mientras que un trabajo de campo en la hacienda Guáquira de San Felipe, permitió la acción in situ y el análisis del paisaje sonoro del lugar.
Las conferencias las inició el español José Manuel Berenguer, director de la Orquestra del Caos, institución con la cual la UNEY firmó un convenio de cooperación para materializar estudios e investigaciones vinculados al tema del sonido. En su ponencia, Berenguer presentó su proyecto Sonidos en causa, que inició en la Universidad Nacional de Colombia, con el que ha estado documentando los sonidos de lugares que presentan un reciente desarrollo económico.
Se refirió al aspecto social y epistemológico del término “paisaje sonoro”, explicando que para los artistas tiene una significación especial porque rompe los esquemas tradicionales del arte inspirado en el romanticismo.
Destacó que el paisaje sonoro y el diseño tienen en común un punto muy importante: que ya no se habla de personalidades distinguidas en un campo, sino de interdisciplinariedad y funcionalidad, y es por ello que se puede ser un diseñador acústico, urbano, de acústica de edificios, entre otros, respetando la libertad de creación
Definió al paisaje sonoro como un conjunto de señales de procedencia humana, animal, vegetal, pero también como una porción de espacio con muchos puntos de contacto, según una acepción geográfica.
Definió al paisaje sonoro como un conjunto de señales de procedencia humana, animal, vegetal, pero también como una porción de espacio con muchos puntos de contacto, según una acepción geográfica.
A su vez está de acuerdo con la compositora californiana Paulina Oliveros cuando dice que está compuesto de todas las formas de onda transmitidas de manera fiel al córtex auditivo por medio del oído y sus mecanismos. Tras comentar estos conceptos, concluyó que para él el paisaje sonoro es un objeto compuesto a su vez de objetos sonoros más simples registrados en la memoria colectiva.
Asegura que cada sonido tiene una forma, que no siempre es el mismo dependiendo de la hora y que es necesario adecuar las señales acústicas a las experiencias, poniendo como ejemplo la detección del paso de agua o el sonido de las ambulancias en una ciudad congestionada.
Para Berenguer, la integralidad es un aspecto fundamental del arte sonoro. “Para hacer una revolución en esta área es necesaria la unificación de aquellas disciplinas que se ocupan de la ciencia del sonido y de las que se ocupan del arte del sonido. El resultado será el desarrollo de las interdisciplinas, entre ecología acústica y diseño acústico”.
Alfabeto y sonidos propios
El artista plástico y escultor, Rommel Hervez, presentó su propuesta de la Escritura Qualítica, un alfabeto fonético como resultado de una investigación desarrollada por él a partir de un encuentro con la montaña como lugar de interiorización, que busca tomar forma y luego sonidos.
Asegura que cada sonido tiene una forma, que no siempre es el mismo dependiendo de la hora y que es necesario adecuar las señales acústicas a las experiencias, poniendo como ejemplo la detección del paso de agua o el sonido de las ambulancias en una ciudad congestionada.
Para Berenguer, la integralidad es un aspecto fundamental del arte sonoro. “Para hacer una revolución en esta área es necesaria la unificación de aquellas disciplinas que se ocupan de la ciencia del sonido y de las que se ocupan del arte del sonido. El resultado será el desarrollo de las interdisciplinas, entre ecología acústica y diseño acústico”.
Alfabeto y sonidos propios
El artista plástico y escultor, Rommel Hervez, presentó su propuesta de la Escritura Qualítica, un alfabeto fonético como resultado de una investigación desarrollada por él a partir de un encuentro con la montaña como lugar de interiorización, que busca tomar forma y luego sonidos.
Hervez asegura que cada ser humano tiene una escritura oculta, y que es necesario liberarse y hacer creaciones sin la estructura establecida, como él lo hizo con las “teneqalitas”, como llama a sus letras, que se transforman todas las veces que se requiera para dar sentido a los textos y así generar poesía sonora, en sonidos qalíticos.
Aunque su estudio derive en una actividad sonora, tiene como origen el silencio, la reflexión y la búsqueda de energías, sosteniendo que el silencio tiene su propia escritura. De allí que cada letra de su alfabeto no signifique sólo un fonema, sino un sentido particular: sabiduría, creatividad, armonía, entre otros, y que alguna de ellas sean mostradas en blanco sobre un fondo del mismo color, para hacer metáfora de ese silencio.
La grafía propuesta por Hervez está conformada por treinta letras: veintisiete que se relacionan con el alfabeto latino y siete que no existen. Tienen una estructura geométrica de círculos y triángulos que parten de formas de la naturaleza, como las montañas.
Aunque su estudio derive en una actividad sonora, tiene como origen el silencio, la reflexión y la búsqueda de energías, sosteniendo que el silencio tiene su propia escritura. De allí que cada letra de su alfabeto no signifique sólo un fonema, sino un sentido particular: sabiduría, creatividad, armonía, entre otros, y que alguna de ellas sean mostradas en blanco sobre un fondo del mismo color, para hacer metáfora de ese silencio.
La grafía propuesta por Hervez está conformada por treinta letras: veintisiete que se relacionan con el alfabeto latino y siete que no existen. Tienen una estructura geométrica de círculos y triángulos que parten de formas de la naturaleza, como las montañas.
Ha desarrollado obras en escultura y también sonoras, articuladas con dibujos y el sonido del viento, por ejemplo. Como artista, recomienda que cada quien haga su encuentro consigo mismo y en consecuencia, con su propio alfabeto que nace del silencio y permite descifrar el sentido de la realidad, de los hechos cotidianos y acercarse al mundo interior.
Buen oído
Jorge Gómez, directivo de Arte Sonoro y Radioarte de Venezuela (ASRAV) y docente de curso de estudios avanzados de Arte Sonoro en la UNEY, agradeció a esta casa de estudios por permitirles tener un espacio ganado en la batalla por el sonido. “Aquí empezamos con buen pie y buen oído”, dijo.
Felicitó a los egresados de su curso, miembros del Proyecto ECOUS, por las investigaciones que han desarrollado con entusiasmo y empeñarse en divulgar la importancia del arte sonoro, como semillas de su curso.
Buen oído
Jorge Gómez, directivo de Arte Sonoro y Radioarte de Venezuela (ASRAV) y docente de curso de estudios avanzados de Arte Sonoro en la UNEY, agradeció a esta casa de estudios por permitirles tener un espacio ganado en la batalla por el sonido. “Aquí empezamos con buen pie y buen oído”, dijo.
Felicitó a los egresados de su curso, miembros del Proyecto ECOUS, por las investigaciones que han desarrollado con entusiasmo y empeñarse en divulgar la importancia del arte sonoro, como semillas de su curso.
“La memoria es parte de nuestra historia. Hay memoria visual, olfativa, pero también sonora. Esta última ha sido el benjamín, la menos estudiada y considerada. Es necesario que todos despertemos nuestra escucha activa”, concluyó.
Por su parte, el Proyecto ECOUS, conformado en la UNEY, ha estado estudiando el paisaje sonoro como construcción colectiva mediante investigaciones interdisciplinarias, propiciando el desarrollo de la ecología acústica, mediante creaciones intermedias en las que convergen la ciencia, el arte y el diseño, profundizando la práctica de radioarte, instalación sonora y arte sonora. Para ello, han desarrollado las instalaciones Guáquira, espacios audibles, un estudio bioacústico del lugar, e Imaginarios de aldea, para reconstruir con sonidos lo que fue la vieja Atarigua.